Fundamentación del curso
Las Enfermedades No Transmisibles (ENT) constituyen
la principal causa de muerte en nuestro país y en el mundo. Están constituidas
por las Enfermedades Crónicas No Transmisibles más las lesiones externas
(accidentes, homicidios y suicidios).
Las Enfermedades Crónicas No Transmisibles (ECNT)
son enfermedades de larga duración cuya evolución es generalmente lenta. Estas
enfermedades representan una verdadera epidemia que va en aumento debido al
envejecimiento de la población y los modos de vida actuales que acentúan el
sedentarismo y la mala alimentación.
En su conjunto son responsables de más del 60% de
las muertes, 80% de las cuales ocurren en países de bajos y medianos ingresos.
Las principales ECNT son la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, el
cáncer, las enfermedades respiratorias crónicas y la enfermedad renal, y se
caracterizan por compartir los mismos factores de riesgo: tabaquismo, mala
alimentación, falta de actividad física, consumo excesivo de alcohol Se cuenta,
en la actualidad, con medidas eficaces para prevenir estas enfermedades,
interviniendo sobre estos factores de riesgo.
La obesidad se ha incrementado en el ámbito mundial
y constituye un problema de salud grave aún en las mismas naciones donde
existen problemas de desnutrición. En su "Informe Mundial", la OMS
afirmó que 1.200 millones de personas en todo el mundo tienen problemas de
sobrepeso y obesidad. En el informe reciente de la Encuesta Nacional de
ENT las personas con obesidad tuvieron
2,4 veces más chance de tener Diabetes, 1,7 veces Colesterol elevado y 2,6 veces Hipertensión.
La diabetes es una enfermedad que afecta 189
millones de personas en el mundo y se calcula que en el 2020 habrá 324 millones
de afectados, un aumento del 72%, lo que lo convierte en una pandemia. En
América Latina hay 10.400.000 diabéticos y se calcula que en 2020 habrá un
aumento del 88%, es decir, 20 millones de afectados. Las estadísticas Argentinas
muestran que en el país hay cerca del 7% de la población con diabetes, aunque
la prevalencia se eleva a un 20% en aquellas personas mayores de 60 años-sin
distinción de sexo-. Es decir que, si tenemos una población de 40 millones de
personas, hay 2.800.000 enfermos de los cuales el 90% padece diabetes tipo II y
el otro 10% son insulinodependientes. Pero sólo el 50% de los afectados sabe
que padece de diabetes y esto lo convierte en un serio problema de salud
pública.
La frecuencia de Diabetes está aumentada
dramáticamente siendo una de las principales causa de demanda de consulta
externa en instituciones públicas y privadas y uno de los principales motivos
para la hospitalización, representando el 15% de las camas ocupadas en
internación. Utilizando como punto de partida la situación actual, sabemos que
afecta al 9,8% de nuestra población y las proyecciones poblacionales a nivel
mundial pronostican que esa cifra, según los procesos de transición demográfica
y epidemiológica, ira en crecimiento en el presente milenio, con una profunda
repercusión en la salud de la población.
Así mismo son permanentes, provocan incapacidades
residuales causadas por condiciones patológicas irreversibles, requieren de
entrenamiento del paciente para su autocontrol y un largo periodo de
supervisión, observación y cuidado.
Varios autores mencionan que las ECNT -dentro de
ellas la diabetes mellitus- es producto de la interacción de factores genéticos
y ambientales, entre los cuales el estilo de vida tiene un rol fundamental.
Los aspectos más investigados en relación al estilo
de vida que constituyen factores de riesgo para la diabetes mellitus, son
referidos a la alimentación poco saludable durante largo periodo de tiempo, tabaquismo,
sedentarismo, obesidad y consumo exagerado de alcohol. Las modificaciones de
estos factores de riesgo pueden prevenir o provocar la aparición de diabetes o
modificar su historia natural, mejorando de esta forma la calidad de vida del
usuario diabético y reduciendo los costos de esta enfermedad para el sistema de
salud de los diversos países.
En particular, la prevención de la diabetes y sus
complicaciones, constituyen prioridades para la salud pública mundial. En este
enfoque la prevención debe ser realizada en los diferentes niveles de atención
de salud, mediante la identificación de individuos en riesgo - prevención
primaria, identificación de casos no diagnosticados – prevención secundaria,
así como a través del tratamiento en individuos ya afectados por la enfermedad,
con el objetivo de prevenir complicaciones agudas y crónicas - prevención
terciaria.
La prevención en los diferentes niveles de atención
a la salud de una población presupone conocer entre otras, las características
sociodemográficas y clínicas, como uno de los elementos esenciales que apoyen
la implementación de protocolos de atención, programas educativos e
interpretación de resultados obtenidos. De este modo, reforzamos la importancia
de reconocer los problemas de salud de una población y sus determinantes para
dirigir la oferta de los servicios y la distribución de recursos necesario,
siendo esta propuesta una búsqueda de
alternativas que ayuden a mejorar la atención de los enfermos crónicos y que
sean viables en el contexto de los sistemas públicos de salud, la experiencia internacional
ha demostrado que el personal de enfermería es un componente clave para otorgar
educación, prevención y atención.
El personal de enfermería, que complementa el manejo
médico que reciben los enfermos crónicos, ha demostrado además que se desempeña
mejor en actividades de prevención tales como educación a los pacientes acerca
de las causas de la enfermedad, cambios a estilos de vida saludables, detecciones
oportunas, información acerca del autocuidado, prevención de riesgos y
disciplina en el tratamiento. Adicionalmente, estas actividades mejoran la
satisfacción y la autopercepción del estado de salud en los pacientes.
En el ámbito académico, la Carrera de Licenciatura
en Enfermería, a través del programa de formación continua, aplica el concepto
de atención integral, el cual busca satisfacer las necesidades y expectativas
de salud de la población, con enfoque individual, familiar y comunitario, en la
secuencia técnicamente correcta y mediante mejoras en la organización de los
sistemas, procesos y métodos de trabajo. Esta intervención apunta a alcanzar un
estado óptimo de salud, una mejor calidad de vida y una reducción de gastos de
salud.
Las tendencias actuales abogan por que el paciente
aprenda cómo auto cuidarse. Para ello, enfermería debe ayudar a conducir el
tratamiento trabajando el empowerment del propio paciente. Es decir, el
profesional guía y entrena al paciente, fomentando su autonomía para que sea
este quien gestione su propia enfermedad en las diferentes situaciones de su
vida cotidiana, tomando sus propias decisiones.
Es necesario disponer de un marco curricular básico
para que los profesionales que llevan a cabo la ETD tengan una base de
formación académica universitaria de posgrado, y sean capaces de estructurar
los programas.
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